La historia de las abejas ha ido siempre
pareja a la historia del hombre. Existen incluso pinturas rupestres que
representan ya en aquellos tiempos la recogida de la miel -por cierto, primer
edulcorante descrito-. Se decía que en la Tierra Prometida corrían ríos de
leche y miel… (Recomiendo encarecidamente la lectura de la obra “La vida de las
abejas”, del escritor belga Maurice Maeterlinck, premio Nobel de Literatura en
1911).
Abeja: Apis Mellifera sobre flor de chumbera |
Albert Einstein ya lo dijo en su
momento: “Sin abejas no hay polinización, ni hierbas, ni animales, ni hombres”.
Y es que estos pequeños insectos, aunque no lo parezcan, son absolutamente
fundamentales para la sostenibilidad de nuestro ecosistema.
En los últimos años existe una gran
preocupación: el cambio climático, los insecticidas y ciertos parásitos, parecen
estar erigiéndose en protagonistas de la desaparición progresiva de estos bichitos tan necesarios.
¿Qué es una
abeja?
Una abeja es un himenóptero, que no es otra
cosa que un insecto artrópodo. Se caracteriza por poseer unas alas membranosas
y una organización social compleja (digna de ser estudiada). Forma parte de la
familia Apidae, y, además de polinizar y protagonizar dibujitos animados
famosos, es capaz de producir un veneno que desencadena en algunas personas
reacciones alérgicas, que en ocasiones pueden llegar a ser mortales (casi todos
hemos visto “Mi chica”, la película de 1991 protagonizada por Macaulay Culkin,
que aunque se trate de ficción, es un reflejo de la realidad).
Pero no hay que equivocarse: las abejas
son unos insectos herbívoros y tranquilos, que no atacan a no ser que se
sientan amenazados (por ejemplo, al manipular sus colmenas). En otras ocasiones,
las picaduras de abeja se producen de forma accidental (al cruzarse con ellas
mientras se va en moto o corriendo, etc).
La prevalencia de alergia en la población general al veneno de este tipo de himenópteros es muy baja. Salvo casos aislados, habitualmente son los apicultores y sus familias, así como los trabajadores del campo, los más frecuentemente afectados; y es la primavera, la estación de las flores y el polen, en la que la actividad de estas abejas es más intensa, cuando el riesgo de picaduras se incrementa.
La prevalencia de alergia en la población general al veneno de este tipo de himenópteros es muy baja. Salvo casos aislados, habitualmente son los apicultores y sus familias, así como los trabajadores del campo, los más frecuentemente afectados; y es la primavera, la estación de las flores y el polen, en la que la actividad de estas abejas es más intensa, cuando el riesgo de picaduras se incrementa.
Apicultores y sus colmenas |
¿Cómo pica una
abeja?
Las abejas obreras, que defienden la
colmena, desarrollan un aguijón con púas en la zona posterior y una bolsa
muscular con veneno. Tras la picadura, el aguijón queda clavado en la piel, y
la bolsa del veneno comienza una contracción rítmica para bombearlo en el
intruso. El abdomen de la abeja se desgarra y ésta muere. Es decir, podrás
saber si te ha picado una abeja si te deja el aguijón clavado.
¿Qué le ocurre
al paciente alérgico tras recibir una picadura de abeja?
El paciente alérgico puede sufrir desde
reacciones locales, donde se inflama la zona corporal afectada por la picadura,
hasta verdaderos cuadros anafilácticos. El abordaje será distinto en función de
diferentes aspectos: no es lo mismo un paciente con reacciones locales que uno
que sufre otras más graves, no es lo mismo un apicultor que una persona que
vive en la ciudad y no frecuenta el campo, no es lo mismo un niño que un
adulto, no es lo mismo un paciente con asma que uno que no lo padece…etc.
¿Qué precauciones debo tener si soy alérgico al veneno de las abejas?
Como se ha dicho antes, en la mayoría de
las ocasiones las abejas pican al sentirse amenazadas. Se deberá evitar aproximarse
a sus colmenas, realizar aspavientos si se tiene alguna cerca, practicar
actividades de jardinería (sobre todo en primavera), dejar la ropa al aire
libre (en todo caso se deberá sacudir antes de usarla), habrá que asegurarse de
que no hay insectos dentro del vehículo, conducir con las ventanillas cerradas…etc.
No hay que ser alergólogo para deducir estas recomendaciones ;)
¿Y si me pica
una abeja?
Incluso sin ser alérgico, se recomienda
no permanecer en la zona, ya que las feromonas de alarma liberadas durante el
ataque podrían inducir nuevas picaduras. Se debe retirar inmediatamente el
aguijón raspándolo suavemente con la uña, una tarjeta o un cuchillo; no debemos
utilizar pinzas ni presionar: esto ayudaría a inyectar más veneno.
Respecto a la medicación, dependerá del
tipo de reacción sufrida y de las recomendaciones realizadas por el alergólogo:
desde aplicar hielo y/o cremas, hasta tomar antihistamínicos, corticoides, e
incluso administrar adrenalina intramuscular en los casos más graves. Cada
paciente deberá individualizarse. Los tratamientos no están indicados para
todos por igual.
¿Tiene cura la
alergia al veneno de las abejas?
Hoy en día está recomendado el
tratamiento inmunoterápico (vacunación antialérgica) en aquellos pacientes que manifiestan
síntomas de una determinada gravedad. Estos tratamientos tienen una eficacia
demostrada y llevan usándose desde hace décadas. Eso sí, siempre se prescriben
en los casos indicados, tras un exhaustivo estudio clínico y diagnóstico
llevado a cabo por el alergólogo. Nunca deberá administrarse una vacuna frente
al veneno de los himenópteros (abejas/avispas), fuera del entorno hospitalario
y en lugares no habilitados para tal efecto.
En resumen: todo en este mundo tiene su lado oscuro, y las abejas no iban a ser menos…
En resumen: todo en este mundo tiene su lado oscuro, y las abejas no iban a ser menos…
Dr. Gonzalo Campos Suárez
Médico Especialista en Alergología
Grupo AlergoMálaga.
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