jueves, 1 de marzo de 2018

Anticuerpos monoclonales: Terapias biológicas en enfermedades alérgicas


Cuando hablamos de anticuerpos, la primera imagen que a muchos de los nacidos hace unos 30 años se nos viene a la cabeza, es la de aquellos ‘mosquitos’ que salían de naves en la serie ‘El Cuerpo Humano’, y la mayoría los asociaremos a una parte de nuestro sistema inmunitario o nuestras defensas.
Glóbulos blancos y anticuerpos en la serie "El Cuerpo Humano"
       Nuestro sistema inmune consta de una inmunidad ‘innata’ y una inmunidad ‘adquirida’, y dentro de esta última, una parte de la función llamada celular la realizan células como los linfocitos (un tipo de glóbulos blancos) y otra parte la llamada humoral es la que llevan a cabo los anticuerpos y otras moléculas.

Un anticuerpo es un tipo de proteína producida por el sistema inmunitario cuando detecta sustancias dañinas, llamadas antígenos, como las procedentes de microorganismos o ciertos químicos, aunque también pueden generarse contra estructuras o tejidos propios que se identifican como extraños dando lugar a las enfermedades autoinmunitarias. Cada tipo de anticuerpo es único y defiende al organismo de un tipo específico de antígeno. Los anticuerpos están formados por cuatro partes llamadas cadenas:
- 2 cadenas pesadas, que son las que definen el tipo de anticuerpo o inmunoglobulina: IgA, IgG, IgM, IgE o IgD, y
- 2 cadenas ligeras, que poseen una región hipervariable la cual las hace únicas para un antígeno en concreto, permitiendo generar millones de anticuerpos distintos.
Las inmunoglobulinas humanas: IgA, IgM, IgG, IgD e IgE
¿Qué pasaría si consiguiéramos saber cómo funciona y utilizar esta poderosa herramienta del sistema inmune humano?

A principios de los setenta Milstein y Köhler desarrollaron en sus investigaciones en Cambrigde los primeros anticuerpos monoclonales, combinando un linfocito tipo B de un mieloma de ratón con células inmunizadas procedentes del bazo, generando los hibridomas. Estos eran células ‘inmortales’ que no cesaban de producir anticuerpos de un tipo específico. Su trabajo les llevó conseguir el premio Nobel en 1984.
Representación tridimensional de un anticuerpo monoclonal
     Dicho de otro modo, habían conseguido una fábrica en serie de anticuerpos específicos contra cualquier tipo de antígeno, sustancia o molécula diana.

El primer uso en terapia humana fue en 1982 para el tratamiento de un linfoma, pero al producirse desde células de ratón, había pacientes que producían anticuerpos al detectar como extraña la estructura del anticuerpo monoclonal.  De este modo, desde 1984 se han desarrollado distintas técnicas para para mejorar la tolerancia como la quimerización, la humanización e incluso los anticuerpos monoclonales completamente humanos.

Las Terapias Biológicas.

Aunque este concepto es más amplio, una parte importante de las conocidas como terapias o tratamientos biológicos comprende la producción de anticuerpos monoclonales específicos que se unan y bloqueen la función de alguna estructura o molécula muy concreta de nuestro organismo como pueden ser ciertos tipos de receptores celulares.
De este modo el campo con más aplicación es la Oncología donde hay anticuerpos dirigidos contra HER2 en cáncer de mama, contra receptores CD20 o CD52 para linfomas/leucemias, etc. Pero también en las enfermedades autoinmunitarias como en artritis reumatoide, enfermedad inflamatoria intestinal, esclerosis múltiple, lupus eritematoso, psoriasis, así como en el rechazo de trasplantes y enfermedad de injerto contra el huésped.
    En Alergología hace apenas 15 años que empezamos a utilizar este tipo de terapias, siendo el primer fármaco específico en nuestra área el Omalizumab, un anticuepo monoclonal humanizado que se une a la Inmunoglobulina E (‘el anticuerpo de los alérgicos’) evitando que este se una a su sitio de acción y genere toda la sintomatología que ya conocéis. Inicialmente se aprobó para el tratamiento del asma moderado-grave en adultos, posteriormente en niños y recientemente en 2014 también se aprobó para el tratamiento de la urticaria crónica espontánea en pacientes que no respondían a altas dosis de antihistamínicos.
Paciente con Urticaria Crónica con lesiones habonosas generalizadas 
     Cuando pienso en Omalizumab, creo que es como la Aspirina del s.XXI en alergología, porque también se ha utilizado off-label, es decir fuera de indicación (cuando ninguna otra terapia consigue el control del paciente, y aun así no en todos funciona) en múltiples patologías alérgicas como dermatitis atópica, rinosinusitis crónica, angioedema recurrente, anafilaxias idiopáticas así como tratamiento adyuvante durante protocolos de desensibilización ya sean en alergias alimentarias o bien en pacientes con alergias medicamentosas como por ejemplo quimioterápicos.

    En diciembre de 2015 se comenzó a utilizar Mepolizumab, otro anticuerpo monoclonal humanizado, que en este caso se une a la molécula interleucina-5 (anti IL-5), la cual es responsable del crecimiento, diferenciación, reclutamiento, activación y supervivencia de los eosinófilos, y cuya indicación es el tratamiento del asma eosinofílica refractaria grave en pacientes adultos (entiendo por refractaria aquellos pacientes que no llegan a controlar su asma con dosis altas de corticoides inhalados y que precisan corticoides orales).
Paciente con asma bronquial
   Más reciente en octubre de 2016, apareció otro anticuerpo monoclonal anti IL-5, el Reslizumab, en este caso para el tratamiento adicional en pacientes adultos con asma eosinofílica grave insuficientemente controlada con el tratamiento con corticosteroides inhalados en dosis altas más otro medicamento para el tratamiento de mantenimiento.

Los próximos ya aprobados pero pendientes de comercialización son:
           
    Benralizumab, otro anti IL-5 como Mepolizumab y Reslizumab, indicado para el tratamiento del asma eosinofílica grave.

   Dupilumab, en este caso un monoclonal anti interleucina-4, que está siendo una revolución en el tratamiento de la dermatitis atópica moderada o grave en pacientes adultos candidatos a tratamiento sistémico, ya que consigue reducir la actividad de la enfermedad hasta el 75 por ciento en dos de cada tres pacientes.
Lesiones cutáneas propias de una dermatitis atópica moderada/severa
       Y se siguen investigando otras muchas moléculas algunas en el mercado para otras patologías como Rituximab, Anakinra, Canakinumab, Ustekinumab, Adalimumab, Infliximab, Etanercept, Mogamulizumab, Alefacept, Alemtuzumab, Rilonacept… otras en investigación Lebrikizumab, Tralokinumab, Quilizumab, Pitrakinra, Enokizumab, Anrukinzumab, Secukinumab, Brodalumab… y algunas ya abandonadas como el Daclizumab, Altrakincept, Pascolizumab, Efalizumab…

      Como podéis ver este campo de la farmacología es fascinante porque permite tratar de forma muy específica ciertas vías moleculares por las que se producen algunas enfermedades y es parte de la medicina del futuro que ya comenzó en el pasado.

Dr. Jaime García Campos.
Médico Especialista en Alergología.
Grupo AlergoMálaga.