lunes, 2 de diciembre de 2019

Las vacunas y la alergia al huevo

Daniel es un niño de 4 años que acude a la consulta de alergia por primera vez. La preocupación de sus padres es que han tenido que posponer dos veces su viaje familiar a Brasil ya que no han podido vacunarlo contra la fiebre amarilla por tener alergia al huevo. Cuando les preguntamos quién le realizaba el seguimiento médico, nos contaron:
           
“El diagnóstico nos lo hizo su pediatra por medio de analíticas frecuentes desde los 9 meses, que fue la edad de inicio de los síntomas. Era la segunda vez que le introducíamos clara cocida, y de forma inmediata presentó un enrojecimiento (eritema) alrededor de la boca y rechazo de la toma. No le hemos vuelto a dar huevo desde entonces”
Niño alérgico a huevo
     Estamos ante un caso de un niño con alergia al huevo, que precisa la administración de una vacuna contra la fiebre amarilla. Como introducción sabemos que el huevo de gallina es una de las principales fuentes de proteínas en la alimentación humana y es, junto con la leche, una de las causas más frecuentes de alergia a los alimentos en la primera infancia. Siempre es preciso consultar con un alergólogo ante toda sospecha de alergia, independientemente de la edad del paciente.

Asimismo, las vacunaciones constituyen una de las principales herramientas de salud pública para el control de las enfermedades. Las vacunas son productos biológicos que contienen uno o varios antígenos (microorganismos vivos o inactivados o una parte o un producto derivado de ellos, en suspensión) que se administran con objeto de producir una protección frente a ulteriores exposiciones al germen en cuestión.
Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (CAV-AEP)
 El Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (CAV-AEP) conjuntamente con la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP), avalaron y elaboraron un documento consenso sobre vacunas y alergia, donde se refiere que algunas vacunas están más vinculadas a reacciones alérgicas que otras, “como la triple vírica, la vacuna antigripal, la de la fiebre amarilla, la rabia, la encefalitis centroeuropea y algunos preparados como Epaxal® frente a hepatitis A”. En general, son aquellas elaboradas en huevos embrionados o en fibroblastos de embrión de pollo o que contienen restos de sustancias que son alérgenos comunes como ovoalbúmina, gelatina, antibióticos etc.
Cultivo de vacunas en huevos de gallina
    La vacuna triple vírica (sarampión, paperas y rubeola) se administra a los 15 meses de edad y un refuerzo entre los 4 y 6 años. En España están comercializadas en la actualidad dos tipos M-M-Rvaxpro® (MSD) y Priorix® (GSK).
Vacuna triple vírica M-M-R (sarampión, paperas y rubeola)
Anteriormente existía una vacuna triple vírica (Triviratén®) que se fabricaba de manera distinta y no tenía ningún resto de proteína de huevo, y era la que se usaba en niños con alergia a este alimento, pero fue retirada porque la protección que se obtenía frente a las paperas no era lo bastante buena.
Las vacunas disponibles en la actualidad no contienen proteínas de huevo capaces de desencadenar una reacción alérgica y por ello, en todos los niños con alergia al huevo (incluso con clínica de anafilaxia), la vacunación está permitida. Aquellos niños que hayan tenido una reacción con una dosis previa de triple vírica deberán ser evaluados por un alergólogo. Generalmente, estas reacciones se producen por alergia a otros componentes de la vacuna.

La vacuna contra la gripe (VAG), se administra a niños mayores de 6 meses pertenecientes a determinados grupos de riesgo. En casos de anafilaxia tras la VAG, no se administrarán nuevas dosis, estaría contraindicada.
En casos de alergia al huevo sin anafilaxia grave, una vacuna que contenga menos de 0,6 a 1 mcg/dosis de ovoalbúmina, que es lo que contienen las vacunas antigripales usadas en España, es considerada segura. “En niños con reacciones anafilácticas graves después de la ingesta de huevo, si se considera que la vacunación antigripal es necesaria, deberá administrarse, previa valoración por un alergólogo, en un medio hospitalario con los medios adecuados para el tratamiento de la anafilaxia”.
Vacuna de la gripe en viales
     En cuanto a la vacuna contra la fiebre amarilla, se administra a todas las personas entre los 9 meses y los 60 años de edad que vayan a viajar o permanecer en áreas donde se transmite el virus causal. Los viajeros deben recibir la vacuna 10 días antes de llegar a destino, como mínimo. En España se dispone de Stamaril® (Sanofi Pasteur SA), compuesta por virus vivos debilitados que no provocan la enfermedad, pero inducen protección frente a ella. La legislación de la Unión Europea ha establecido una concentración de 2 μg/ml como la concentración máxima permitida de proteína de huevo que se considera segura en pacientes con anafilaxia previa a dicho alimento. En la vacuna contra la fiebre amarilla, las concentraciones de huevo varían de 2-43 μg/ml según el lote, lo que significa que está contraindicada en pacientes con alergia al huevo.
Vacuna conta la fiebre amarilla
     La fiebre amarilla, al ser una enfermedad febril aguda con alta letalidad, la vacunación es la medida de protección más efectiva. En un artículo publicado recientemente en Brasil, después de la epidemia de fiebre amarilla en 2018, la más grande desde 1980, la vacunación se ha vuelto indispensable. Todos los pacientes con antecedentes de alergia al huevo tuvieron entrevistas estandarizadas y pruebas cutáneas de vacunas nacionales contra la fiebre amarilla (prueba cutánea en prick, prueba cutánea intradérmica o ambas). Los pacientes con prick positivo o intradérmica positiva (si el prick había sido negativo) se sometieron a desensibilización, y aquellos con una prueba de punción cutánea negativa y prueba cutánea intradérmica negativa fueron vacunados bajo supervisión del especialista. 

El CAV-AEP y la SEICAP recomiendan que, si se precisa la administración de la vacuna contra la fiebre amarilla en niños alérgicos al huevo, deberán ser evaluados por un alergólogo.

Dra. Paola Palao Ocharan
Médico Especialista en Alergología
Grupo AlergoMálaga

martes, 19 de noviembre de 2019

Inmunodeficiencias primarias: cuándo sospecharlas y cómo actuar

Las inmunodeficiencias primarias son un conjunto muy amplio de patologías que podemos englobar dentro de las enfermedades raras. No obstante, los profesionales sanitarios, y especialmente los que nos dedicamos a la alergología, debemos tener en cuenta que esto no significa que no vayamos a encontrarnos con algún caso en nuestras consultas.
Iniciaré esta entrada del blog describiendo un caso muy común: niño de un año de edad que acude con sus padres porque presenta lesiones en piel eccematosas, que le pican mucho, y su pediatra ha visto en la analítica una elevación de dos marcadores: IgE total y eosinófilos. En un principio, los padres pensarán que se trata de algún trastorno alérgico, que puede deberse a algún alimento que el pequeño esté consumiendo; el alergólogo o el pediatra pueden estar sospechando una dermatitis atópica. Aunque esto es lo más frecuente, puede que haya algo más detrás de estos síntomas y signos iniciales, y sólo una buena historia clínica y una exploración física completa nos ayudarán a afinar el diagnóstico.
Eccemas característicos de dermatitis atópica pueden aparecer en otras enfermedades
     Hablamos de inmunodeficiencia cuando nos encontramos ante un estado patológico del organismo que se caracteriza por una disminución cualitativa o cuantitativa de las funciones del sistema inmunitario. En el caso de las inmunodeficiencias primarias (IDP), se incluyen más de 300 patologías diferentes, que afectan en su conjunto a uno de cada 2000 recién nacidos vivos, y cuyas manifestaciones clínicas son muy variadas. La mayoría implican mayor susceptibilidad a infecciones, pero también pueden manifestarse mediante alergias, inflamación, autoinmunidad y/o neoplasias linfoides. Sólo para ilustrar un poco la complejidad de estos procesos, y sin ánimo de que nadie aprenda este listado, las IDP se clasifican en los siguientes tipos:

1.- Inmunodeficiencias combinadas (de células T y B).
2.- Inmunodeficiencias predominantes de anticuerpos.
3.- Deficiencias de fagocitos.
4.- Deficiencias de complemento.
5.- Otras inmunodeficiencias bien definidas.
6.- Enfermedades autoinmunes y de desregulación.
7.- Enfermedades autoinflamatorias.
8.- Defectos de la inmunidad innata.
9.- Fenocopias de inmunodeficiencias.
Las IDP suelen implicar mayor susceptibilidad a infecciones
     Ahora que estamos viendo la complejidad de estas enfermedades, y si además sabemos que podemos confundirlas con otro grupo de patologías (como las alergias), ¿cómo sospecharlas?

Existen una serie de señales de alarma que deben alertarnos y que nos ayudarán a orientar nuestro diagnóstico. En los niños (lo más frecuente es diagnosticar las IDP antes de los 18 años de edad), las principales son las siguientes:

1.- Al menos 3 episodios de otitis media aguda en un periodo de 6 meses, o 4 en un año.
2.- 2 o más neumonías en un mismo año, o más de 3 neumonías en su vida.
3.- 2 o más sinusitis graves (que requieran tratamiento intravenoso) en un año.
4.- 2 o más abscesos cutáneos profundos u orgánicos.
5.- Infecciones habituales de curso grave (con ingreso para tratamiento intravenoso).
6.- 2 infecciones profundas o más, incluida la septicemia.
7.- 2 o más meses tomando antibióticos con pocos resultados.
8.- Historia familiar de IDP o infecciones recurrentes.
9.- Retraso pondoestatural.
10.- Aftas persistentes o recurrentes.

Además de estas señales de alarma, otros factores que debemos considerar en los niños son:
1.- 2 o más procesos autoinmunes.
2.- Caracteres dismórficos (asociados a infecciones).
3.- Infecciones postvacunales (vacunas de virus atenuados).
4.- Retraso en la caída del cordón umbilical (después de las 4 semanas de vida).
5.- IgE > 2000 UI/L (además de afectación cutánea e infecciones de repetición graves).
6.- Fiebre con sospecha de periodicidad. Inflamación. 
Señales de Alarma de IDP en niños
 En adultos, tendremos en cuenta las siguientes situaciones:
1.- 4 o más infecciones que requieran antibióticos en un año (otitis, bronquitis, sinusitis, neumonía…).
2.- Infecciones recurrentes, o infección que requiera terapia antibiótica muy prolongada.
3.- 2 o más infecciones bacterianas graves (osteomielitis, meningitis, septicemia, celulitis).
4.- 2 o más neumonías demostradas radiológicamente en un periodo de 3 años.
5.- Infecciones de localización poco habitual o por gérmenes poco comunes.
6.- Historia familiar de IDP.

Pese a todo, no hay que olvidar que las inmunodeficiencias más frecuentes son las secundarias, y que son debidas a neoplasias, gérmenes (VIH…), fármacos (quimioterápicos…), cromosomopatías o malnutrición, entre otros. 
El VIH es una de las causas más conocidas de inmunodeficiencias secundarias
Al igual que para cualquier otra patología, una historia clínica completa y correcta será lo más útil cuando sospechemos una IDP. No debemos olvidar preguntar por los antecedentes familiares, la existencia de consanguineidad en la familia, la edad de inicio de la clínica, las infecciones que haya presentado el paciente…
La exploración física también debe ser completa y concienzuda, buscando la existencia de retraso pondoestatural, rasgos fenotípicos característicos de ciertos síndromes (aunque pueden ser sutiles en niños pequeños y difíciles de detectar para quien no esté acostumbrado), presencia de eccemas, petequias, abscesos, hipertrofia o ausencia de amígdalas, dolor articular o alteraciones óseas…
Como pruebas complementarias, lo que cualquier médico debe pedir como primera línea es un hemograma completo (se puede detectar una disminución anómala de las células sanguíneas o un aumento de eosinófilos) y una cuantificación de inmunoglobulinas (IgA, IgG, IgM, IgE). Tras ello, la situación ideal es la derivación a un inmunólogo clínico, ya que el diagnóstico y tratamiento precoz de las IDP disminuirá la morbi-mortalidad de los pacientes, y aumentará y mejorará tanto su esperanza como calidad de vida.
Hemograma completo y cuantificación de inmunoglobulinas
  Para finalizar, quiero mencionar de manera especial a la doctora Elena Seoane Reula, médico especialista en inmunología, así como en alergología, y que realiza su labor asistencial en el Hospital Regional Universitario Gregorio Marañón de Madrid. Es una excelente profesional y una gran persona, gracias a quien he aprendido gran parte de lo que sé en relación con las IDP. El contenido de esta entrada del blog está basado principalmente en una ponencia suya que tuve la suerte de disfrutar el pasado mes de octubre en el último Simposio Internacional de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica.

Dr. Óliver Alexis Muñoz Daga
Especialista en Alergología
Grupo AlergoMálaga

miércoles, 6 de noviembre de 2019

Medidas de evitación de ácaros. ¿Sirven de algo?

Estamos ya en pleno otoño y el cambio de estación conlleva el aumento de la población de ácaros del polvo en el interior de nuestros domicilios. Sois muchos los que cuando os diagnosticamos de alergia a estos ácaros, nos preguntáis qué medidas de evitación se pueden realizar, y si sólo con eso bastaría.
     Muchos ya sabéis la respuesta, puedes llevar a cabo distintas medidas de limpieza y evitación pero sólo con tratamiento sintomático e inmunoterápico podremos conseguir una mejoría real.

A continuación os traemos las distintas medidas y la evidencia científica* que hay de su utilidad.
JACI 2018, 141 (5) 1854-69.


Fundas.
Existen distintos estudios con fundas antiácaros para colchones y almohadas, en las que tras 6-12 meses de seguimiento en pacientes asmáticos no se ha visto mejoría en la calidad de vida, ni diferencias en el uso de medicación entre los que usaban fundas como única medida de evitación y los que no lo hacían.
Igualmente entre los pacientes con rinitis, a pesar de la disminución de los niveles de ácaros, no se ven cambios en los síntomas presentados entre los que utilizan o no las fundas.
Si parecen reducir el absentismo escolar o laboral por síntomas.
Funda antiácaros para colchón
Ventilación.
Como los ácaros del polvo precisan de un ambiente húmedo para su crecimiento, otra de las medidas evaluadas es reducir la humedad en casa usando un sistema de ventilación que aporta aire externo en el dormitorio y salón, y extrae aire de cocina y baño. Tras el uso de estos sistemas de ventilación / deshumidificador, se ha visto que pese a la disminución constatada del porcentaje de humedad relativa y por ende de los niveles de ácaros, esta acción no repercutió en una mejoría de los síntomas o función pulmonar.

Respecto a los purificadores de aire, no disminuyen las crisis de asma ni mejora la función pulmonar, pero si disminuyen los niveles de ácaros y el absentismo escolar,
Sistema de ventilación / deshumidificador doméstico
Acaricidas. Los acaricidas son sustancias químicas que destruyen a los ácaros.
En los pacientes asmáticos, cuando aplican sustancias acaricidas sobre el colchón y superficies textiles del dormitorio (alfombras, moquetas, tapicería) no hay mejora en la función respiratoria, ni en el uso de medicación aunque si se ha visto que disminuye ligeramente la hiperreactividad bronquial, sobre todo si asociamos la aplicación de acaricidas en el colchón a un uso posterior de fundas impermeables en estos, constatando que se produzca una disminución en el nivel de ácaros detectado.
Acaricida / Insecticida para ácaros
Retirada de alfombras.
Dado que en las superficies textiles es donde mayor cantidad de ácaros se acumulan, otra intervención estudiada es la retirada de alfombras o moquetas. Esta intervención por si sola, sólo reduce los niveles de ácaros pero no se ha visto que aisladamente mejore los síntomas.
Retirar moquetas y alfombras
Uso de aspiradoras con filtro H.E.P.A.
El uso de aspiradoras con filtro HEPA (del inglés High Efficiency Particulate Air) es un tipo de filtro de aire de alta eficiencia que permite atrapar los ácaros, se ha visto que disminuye el número de crisis de asma y mejora la calidad de vida de los pacientes, pero no el uso de medicación de mantenimiento.
Aspiradoras con filtros HEPA
       Como veis ninguna medida por si sola resuelven los síntomas de alergia y aunque no existen estudios que evalúen todas las medidas aplicadas de forma conjunta, podemos afirmar que con ellas conseguiremos disminuir la cantidad de ácaros a nuestro alrededor y con ello puede que la intensidad de nuestros síntomas, pero nunca conseguirán que desaparezcan por completo y nuestro sistema inmune tenga una respuesta normal con la exposición al polvo.

Por lo tanto, os las recomendamos para disminuir la cantidad de ácaros a la que estáis expuestos, pero siempre será necesario un tratamiento farmacológico sintomático para el control de vuestra alergia, y en casos de clínica persistente, la administración de una inmunoterapia o vacuna frente a ácaros que es el único tratamiento que ha demostrado cambiar el curso de la enfermedad alérgica y mantener respuesta a largo plazo.

Dra. Teresa Posadas Miranda
Médico Especialista en Alergología
Grupo AlergoMálaga

jueves, 17 de octubre de 2019

El déficit selectivo de la inmunoglobulina A

Estamos estrenando el otoño y, con la llegada de la nueva estación, aparecen los molestos catarros de siempre. La mayoría son banales, de origen viral y solo precisan tratamiento sintomático y medidas higiénicas para evitar su propagación. Se conocen más de 200 virus que pueden producirlos, y se estima que lo normal es que padezcamos 1-2 episodios anuales.
Representación de virus
Pero, a veces, estos catarros se complican. Existen personas con alteraciones en su sistema inmunitario en los que los mecanismos de defensa frente a las infecciones no funcionan como deberían, lo que lleva a la aparición de complicaciones.
Catarros, resfriados e infecciones respiratorias
 Esto es lo que nos contó Carlos cuando acudió a nuestra consulta. Carlos tenía 35 años y refería cuadros de rinosinusitis de repetición, acompañados de fiebre, en un número de 5-6 al año, precisando el uso repetido de antibióticos. En alguna ocasión había presentado incluso afectación pulmonar. Decía que no veía normal tantas infecciones. A nosotros nos parecía igual.

Se le realizó el estudio alergológico mediante pruebas cutáneas frente a los neumoalérgenos más habituales en nuestro medio y se le prescribió una analítica con determinación de inmunoglobulina E específica a los mismos, que resultaron negativos.
En la analítica, sin embargo, se objetivó un déficit de inmunoglobulina A (menor de 7 mg/dl), teniendo el resto de las inmunoglobulinas en valores normales. Ante estos resultados, se diagnosticó a Carlos de una Inmunodeficiencia por déficit selectivo de inmunoglobulina A.
Inmunoglobulinas humanas: IgG, IgM, IgD, IgA, IgE y formas poliméricas
¿En qué consiste este trastorno?
El déficit selectivo de inmuglobulina A es la inmunodeficiencia primaria más frecuente. La mayoría de los pacientes que la padecen lo hacen de manera asintomática, pero algunos, como le ocurría a Carlos, pueden presentar infecciones de repetición. Se desconoce el patrón de herencia genética, pero si se tiene un familiar con esta patología, aumenta la probabilidad de padecerlo hasta en 50 veces.
Inmunoglobulina A
Hay algunos fármacos (fenitoina, sulfasalazina, oro coloidal y d-peninicilamina) que pueden desencadenarla.
Los síntomas que pueden producir son infecciones sinopulmonares de repetición, diarreas, infecciones recidivantes por parásitos intestinales y, en algunas ocasiones, asociar trastornos de tipo autoinmune (enfermedad celiaca, enfermedad inflamatoria intestinal o lupus). Algunos de estos pacientes pueden fabricar anticuerpos contra la inmunoglobulina A de la que son deficitarios, de manera que si se les realiza transfusiones o tratamiento con otros hemoderivados pueden llegar a sufrir reacciones anafilácticas.
Existe una asociación IgA y enfermedad celiaca. 
En algunos casos esta inmunodeficiencia puede evolucionar a otra más grave, la Inmunodeficiencia variable común. Otros, por el contrario, mejoran de forma espontánea con el tiempo. El pronóstico empeora si se asocia a una enfermedad autoinmunitaria.

Respecto al abordaje terapéutico, hay que decir que estos pacientes no son susceptibles de tratamiento sustitutivo con inmunoglobulinas, ya que la mayoría de los preparados comercializados para reposición contienen sobre todo inmunoglobulina G, de la que no son deficitarios. Además, cabe ese riesgo de anafilaxia por lo referido anteriormente. En caso de precisar una transfusión de hematíes, solo podrán usarse concentrados. Es recomendable también que estos pacientes lleven consigo alguna identificación de la enfermedad que padecen.

Se prescribirá el uso de antibióticos cuando sean necesarios para las infecciones de oído, senos, pulmones, aparato digestivo y urinario y, en los casos más graves, se administrarán de forma profiláctica.

Dra. Rocío de la Higuera Artesero
Médico Especialista en Alergología
Grupo AlergoMálaga

jueves, 3 de octubre de 2019

La alergia del corazón: Síndrome de Kounis

La medicina no es una ciencia fácil y tampoco es una ciencia exacta. En la carrera nos decían que la medicina es la más humana de las ciencias y la más científica de las artes (Ars medica).

Durante nuestros años de estudio en la facultad, nos explican de forma separada cada una de las fracciones del conocimiento del que disponemos sobre el ser humano, desde la bioquímica de cómo se produce energía en las células (ciclo de Krebs), la división celular, la conducción de los impulsos nerviosos… hasta la fisiopatología, clínica, diagnóstico, tratamiento y evolución de una neumonía bacteriana. Pero realmente todo es mucho más complejo e intrincado de lo que podemos pensar y esta visión reduccionista nos ayuda centrar el problema principal, pero hay que darle una lectura en el contexto de cada paciente, con todos sus antecedentes personales, enfermedades, tratamientos etc., ya que como dijo Claude Bernard "no hay enfermedades sino enfermos”.
Claude Bernard: "No hay enfermedades sino enfermos"
Recuerdo hace años, en mis primeros pasos en la medicina de las Urgencias del Hospital Carlos Haya, la entrada a la zona de observación de un paciente joven, de menos de 40 años, de tez oscura y velludo, en camilla, monitorizado con electrocardiograma, oxígeno, vía venosa y una clara expresión de gravedad en la cara. Estaba sufriendo un infarto.

IAM: Infarto Agudo de Miocardio
Cuando el paciente ya estaba estable, empezamos a indagar en su historia clínica. Era un hombre atlético y fibroso, trabajador del campo, sin factores cardiovasculares (ni hipertensión, ni colesterol, ni diabetes, ni fumador, ni obeso) y tampoco antecedentes familiares de enfermedades cardíacas que nos hicieran pensar en una predisposición a sufrir un infarto, y aunque nos negó también el consumo de drogas como cocaína todos pensábamos que incluso con la cara bonachona y de buena persona que tenía, seguramente había consumido algo, y no nos lo quería decir, pudiendo ser esa la causa de un espasmo coronario o cierre de las arterias del corazón que explicara el infarto.

Hoy en día, pasado el tiempo, me planteo si no fuimos pretenciosos en nuestra valoración y quizá se nos escapó indagar en otras posibles causas que no nos planteamos dentro del diagnóstico diferencial en su momento, pues como dice otra de las grandes frases de la medicina “lo que no se conoce, no se puede diagnosticar”.

Existe una patología rara, probablemente infradiagnosticada aunque se desconoce su prevalencia real, que es el síndrome de Kounis o síndrome de angina alérgica (Kounis y Zavras 1991), la cual se caracteriza por dolor torácico, falta de aire, palpitaciones, mareo... y que en primera instancia nos hace pensar en una afectación cardíaca aguda como un infarto o una angina de pecho, aunque se puede acompañar de otros síntomas como enrojecimiento cutáneo y urticaria. Dicho de otro modo, es una reacción alérgica en la que se activan las células (mastocitos) que liberan sustancias inflamatorias (histamina, triptasa, factor activador de plaquetas...) las cuales ocasionan tanto síntomas alérgicos como el cierre de las arterias del corazón, la formación de trombos y propiciando por ende un infarto.
Dr. Nicholas Kounis
       Las causas más frecuentes que pueden generar esta reacción alérgica no difieren sustancialmente de otros posibles responsables de reacciones alérgicas como son los medicamentos (analgésicos, antibióticos, contrastes yodados...), los alimentos (kiwi, pescado, frutas...), las picaduras de insectos u otras condiciones o enfermedades como por ejemplo la mastocitosis.

Según el estado previo del paciente se puede clasificar en tres tipos:

     - Tipo I: Cuando se da en pacientes con arterias coronarias normales y sin factores de riesgo cardíaco.
     - Tipo II: Si el paciente ya tiene una enfermedad coronaria previa con placas de ateroma o arterias dañadas previamente.
     - Tipo III: Aquellos pacientes que ya poseen stents o “muelles” dentro de las arterias por infartos previos o anginas, que se pueden volver a cerrar.
Representación de un vaso arterial con hematíes
       Por último, en lo que se refiere al tratamiento de estas “anginas alérgicas”, no existe una guía o protocolo consensuado al respecto, y obviamente debe enfocarse hacia el tratamiento de ambas patologías de este cuadro clínico, tanto para el síndrome coronario agudo como para la reacción alérgica, aunque hay algunos fármacos que pueden tener un efecto contraproducente y agravar la reacción alérgica por lo que se debe valorar cuidadosamente su uso, ponderando el riesgo-beneficio, como es el caso de los nitratos (vasodilatadores) si existe hipotensión, los betabloqueantes (reguladores del ritmo cardiaco y tensión arterial) que podrían disminuir el efecto de la adrenalina si esta fuera necesaria o los opiáceos (analgésicos-ansiolíticos) que pueden amplificar la respuesta de liberación de factores inflamatorios por los mastocitos y agravar la reacción alérgica.
Fármacos y tratamiento oral e intravenoso
 Como habéis visto, la medicina no es un cajón cerrado y todo está relacionado con algo, aunque no siempre los avances de la ciencia nos permitan llegar al fondo de la cuestión, por eso hay que seguir estudiando e investigando toda la vida.

Dr. Jaime García Campos
Médico Especialista en Alergología
Grupo AlergoMálaga

jueves, 19 de septiembre de 2019

El peor enemigo del otoño: el ácaro


Würchwitz es una localidad alemana en el estado de Sajonia-Anhalt famosa por ser el único lugar del mundo donde se produce el Milbenkäse o queso de ácaro, cuya fabricación se remonta a la mismísima edad media. Es por ello que un día las autoridades decidieron erigir una estatua en su honor, el Käsemilben-Denkmal o monumento al ácaro del queso. Y es que la infestación por ciertos ácaros determina que el queso acoja ese aspecto y sabor tan particulares. El Milbenkäse se prepara aromatizando bolas de quark (un tipo de queso blando) con alcaravea y sal, dejándolas secar, y luego depositándolas en una caja de madera que contiene harina de centeno y ácaros (concretamente la variedad Tyrolichus casei) durante alrededor tres meses. Una enzima excretada en los jugos gástricos de estos ácaros hace que el queso madure y ¡tachán!
Milbenkäse o Queso de ácaros

Monumento al ácaro del queso
             Pero ocurre igual con otros quesos: el Acarus siro (o ácaro de la harina) es usado para la fabricación del Mimolette, y la familia Acaridae es usada para la elaboración de muchas variedades de los deliciosos quesos franceses. Hasta aquí, bien. Pero todo tiene un reverso tenebroso.

Tyrolichus casei
Los ácaros son una subclase de arácnidos, de los que existen alrededor de 50.000 especies descritas. 25 de ellas están implicadas como causa en algunas enfermedades alérgicas, principalmente respiratorias: la rinitis y el asma.

            Conviven con nosotros, a nuestro alrededor, y se alimentan de NO-SO-TROS, sí, querido lector: de ti, de mí, de tus hijos, de los míos… ¿Cómo puede ser? La materia orgánica muerta es su sustento, las descamaciones de nuestra epidermis.

Su hábitat principal está en el interior de las viviendas, habiéndose aislado en sábanas, almohadas, colchones, peluches, alfombras, cortinas, sofás y cualquier mobiliario tapizado y con relleno. Los sofás y sobre todo los colchones constituyen un hábitat perfecto para los ácaros ya que, por la profundidad de su relleno, retienen mucha humedad derivada del calor de la transpiración humana y comida, mucha comida, procedente de nuestra descamación diaria.
Salón de casa (en rojo, posibles hábitats para ácaros)
       Por tanto, los ácaros forman parte del polvo de una casa, que es una mezcla de materia inorgánica y orgánica, que incluye escamas de piel humana, fibras, esporas de hongos, bacterias, virus, pólenes, insectos, derivados dérmicos de animales, restos de alimentos, plantas de interior y ácaros. Pero solo el material orgánico puede producir sensibilización alérgica. Cuando se dice que una persona es alérgica al polvo, realmente es alérgica a los ácaros de dicho polvo (en la mayoría de los casos). Y, para rizar más el rizo si cabe, diré que la principal fuente de alérgenos de los ácaros son sus partículas fecales. Es decir, que lo que realmente nos provoca alergia son sus heces. En fin…

¿Cómo se reproducen?
Su ciclo de crecimiento (de huevo a adulto) es de 25 días a 25º C, y la mayoría de ellos viven entre dos y tres meses, a lo largo de los cuales realizan una o dos puestas de huevos que suelen contener entre 20 y 40 unidades.
Durante las horas del sueño, los ácaros de los colchones encuentran las condiciones idóneas para su desarrollo. Por ello, no es recomendable hacer la cama de inmediato, sin ventilación previa, ya que así se mantienen más tiempo la temperatura y humedad ideales para su proliferación.

Los ácaros implicados con más frecuencia en los procesos alérgicos pertenecen a tres superfamilias:
- Pyroglyphoidae: Dermatophagoides pteronyssinus, Dermatophagoides farinae y Euroglyphus maynei. Siendo los dos primeros, sin duda, los más importantes en las sensibilizaciones alérgicas y los que más abundan en los domicilios.

Las otras dos superfamilias son ácaros de almacenamiento que se alimentan principalmente de restos de comida presentes en el polvo doméstico, y su hábitat principal son los granos y en general los alimentos almacenados. Son:
- AcaroidaeAcarus siro y Tyrophagus putrescentiae (que suele crecer en zonas donde se almacenan alimentos como el jamón o el queso).
- Glycyphagidae: Blomia tropicalis, muy frecuente en las islas Canarias y zonas tropicales, y Lepidoglyphus destructor, muy común en el norte de España y sobre todo en Galicia.

En pocos días llega el otoño, pero con el incremento de la humedad ya se aprecia un repunte en las consultas de casos de rinitis y asma debidos a una alergia a los ácaros del polvo. Si vives en la costa, sospecha, siempre sospecha, y ah… piensa en alergia.

Dra. Clara Isabel Pérez Padilla
Médico Especialista en Alergología
Grupo AlergoMálaga