miércoles, 23 de diciembre de 2015

ALERGIA A LEGUMBRES EN LA INFANCIA: ¿Hay que evitarlas todas? ¿Cuáles son más alergénicas y cuáles menos?

Las legumbres son un alimento esencial en la dieta Mediterránea, que desde la antigüedad, las diferentes culturas han consumido por su alto valor nutricional en contenido proteico y de hidratos de carbono, y su bajo contenido en grasas.
 
            Ya en el Neolítico, fue junto con los cereales, el primer alimento en cultivarse.  Existen referencias del uso de lentejas y guisantes en el Antiguo Egipto, por restos encontrados en las pirámides, al igual que en la Antigua Grecia, con referencias en la Iliada, o en el Imperio Romano, por las propiedades medicinales que Plinio o Marcelo hacían de las mismas.

            En la Península Ibérica existen evidencias del cultivo y consumo del garbanzo ya con los cartagineses, que se mantuvo durante los siglos posteriores tanto en la España cristiana, judía, como musulmana, y desde el Renacimiento se ha referido su consumo en múltiples obras literarias como Don Quijote de la Mancha o El Lazarillo de Tormes.

El Comedor de Habas (Carracci sXVI)
Pero, ¿qué son las legumbres? 
Las legumbres (latín Legumen) son las semillas contenidas en las vainas de las plantas de la familia de las Leguminosas o Fabaceae.

Vainas de Guisantes y las legumbres más consumidas
A pesar del gran número de especies, son pocas las utilizadas para consumo alimentario humano, entre las que encontramos: alfalfa, almorta, altramuz, garbanzo, guisante, haba, judía verde, habichuela o alubia, lenteja, soja y cacahuete.

¿Cuál es su consumo en España?
En 2014, en España se consumieron 3,1 kg/per cápita. Un 40% garbanzos, y con casi un 30%, lentejas y alubias.

Procesado y Legumbres más consumidas
Legumbres Secas
Legumbres Cocidas
Legumbres
Total
1.69
1.45
3.14
Garbanzos
Alubias
Lentejas
Otras

1.25
0.93
0.93
0.03
3.14


Introducción en la infancia
En España, la Sociedad Española de Pediatría (AEPED), recomienda la introducción de las legumbres a partir de los 12 meses de vida, ya que su alto contenido en fibra es difícil de digerir antes de esa edad. Y en la edad escolar se recomiendan al menos una vez a la semana.

Alergia a legumbres en la Infancia 
Según el estudio ALERGOLÓGICA, realizado por la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), representa la quinta alergia alimentaria más prevalente entre los niños españoles. Las lentejas y los garbanzos son la causa más frecuente de reacciones alérgicas a las leguminosas en la infancia, que como hemos visto anteriormente, son las dos especies más consumidas aquí.
Garbanzos y Lentejas
En países anglosajones y EEUU, donde no hay tradición de comer lentejas y garbanzos, pero sí mantequilla de cacahuete, la alergia a éste es mucho mayor que en España.
Lo mismo ocurre en el caso de la soja en países asiáticos, donde es la legumbre más consumida, y por tanto la más prevalente como causa de alergia a legumbres en niños de estas latitudes.

La edad media de aparición de esta alergia está en torno a los 15-18 meses, y en muchos casos aparece tras la primera toma. Es menos frecuente que aparezca en las niñas, y en un porcentaje importante cede tras unos años haciendo una dieta de eliminación, excepto en el caso del cacahuete, que suele persistir hasta la edad adulta.

La aparición de ronchas en la primera hora tras la comida, o la inflamación de labios o párpados son los síntomas más frecuentes, aunque también pueden desarrollarse molestias digestivas, asma o rinoconjuntivitis, y menos frecuente síntomas graves como la anafilaxia.
Hay que tener en cuenta que en algunos niños se pueden producir síntomas respiratorios por la inhalación del caldo de cocción mientras están en la cocina o en la casa, y en algunos casos, aunque menos frecuentemente, por contacto.

¿Cómo se realiza el diagnóstico?
Ante todo acuda a su especialista en Alergología, que al igual que en otras enfermedades alérgicas, le realizará una historia clínica exhaustiva, que es primordial, así como pruebas específicas de alergia (prick test y determinación de IgE específica). Finalmente, si precisara una provocación oral controlada, se realizará en el hospital, administrando dosis crecientes del alimento para comprobar su tolerancia.

Prick Test o Test Intraepidérmico
¿Deberá evitar todas las legumbres?
Hasta un 78% de los niños alérgicos presentan síntomas con dos o más legumbres. A pesar de esto, es muy importante hacer una adecuada aproximación diagnóstica, y mantener aquellas legumbres que hayan seguido tolerando tras la reacción o, si se retiraron todas, hacer estudios controlados en el hospital, ya que algunos de estos niños, a pesar de ser alérgicos a lentejas o garbanzos, suelen tolerar las alubias blancas, las judías verdes y la soja. Y así mantendrán una dieta lo más completa posible, teniendo que evitar sólo lo justo, ya que muchos de ellos presentan también alergias a alimentos de otros grupos (huevo, pescado, frutos secos…).

Distintas Leguminosas
Una vez que se concluya el estudio, el único tratamiento será la evitación de aquellas legumbres en las que haya quedado demostrada la existencia de alergia. Se deberá realizar un seguimiento, ya que son muchos niños los que con el paso de los años revertirán su alergia hacia la tolerancia. 

Dra. Teresa Posadas Miranda.
Médico Especialista en Alergología.
Grupo AlergoMálaga.

sábado, 5 de diciembre de 2015

LA INTOLERANCIA A SULFITOS: QUÉ SON Y DÓNDE SE ENCUENTRAN


Los sulfitos son derivados del azufre utilizados como aditivos alimentarios con acción conservante y antioxidante.
El anhídrido sulfuroso ya se empleaba en la Roma clásica para la desinfección de las bodegas.
Géiser de Azufre
Cristal de Azufre
Desde hace siglos, los sulfitos se añaden al vino para inhibir el crecimiento de bacterias y hongos, evitar su oxidación y preservar así su aroma y frescor.

Estos aditivos se añaden a los alimentos procesados para:
Prevenir la oxidación de aceites y grasas.
Mantener el color original de los alimentos.
Prolongar la vida útil de los alimentos.
Prevenir el crecimiento de bacterias y hongos.
Carnes procesadas
SULFITOS Y ETIQUETADO 
Los alimentos y bebidas que contengan sulfitos a concentraciones iguales o superiores a 10 mg/kg - 10 mg/L deben advertirlo en la etiqueta.
Podemos encontrarlos con las siguientes denominaciones:

Dióxido de azufre
E 220
Sulfito sódico
E 221
Sulfito ácido de sodio
E 222
Metabisulfito sódico (Disulfito sódico)
E 223
Metabisulfito potásico (Disulfito potásico)
E 224
Sulfito cálcico
E 226
Sulfito ácido de calcio (Bisulfito cálcico)
E 227
Sulfito ácido de potasio (Bisulfito potásico )
E 228
 
¿QUÉ ALIMENTOS LOS CONTIENEN?
     Zumos, mostos, vinos, sidra, vinagre, cerveza, refrescos.
     Pepinillos, kétchup, mostaza, salsas preparadas.
     Verduras: congeladas y en conserva.
     Galletas, panes, pasteles, diversas formas de patatas elaboradas.
     Carnes (hamburguesas, perritos) y embutidos.

Vinos
Verduras en conserva
SENSIBILIDAD A SULFITOS
La ingesta de sulfitos puede provocar, en algunas personas: estornudos, secreción nasal, picor cutáneo, urticaria, dolor abdominal, asma y en raros casos anafilaxia. El déficit de la enzima sulfito oxidasa predispone a la aparición de la sintomatología.

Aquellos con historia de rinitis intrínseca (con o sin poliposis nasal), y asma bronquial intrínseca corticodependiente (con o sin intolerancia a AINEs), son los que pueden sufrir reacciones más severas tras su ingesta.

Ante una sospecha de intolerancia, podemos confirmar el diagnóstico con la prueba de exposición, consistente en la administración de cantidades crecientes de sulfitos, hasta alcanzar una dosis máxima, evaluando posteriormente la existencia o no de reacción. Esta técnica diagnóstica será realizada única y exclusivamente por especialistas en alergología y en centros habilitados.

El único tratamiento hoy en día es hacer una dieta de eliminación de sulfitos, lo cual a menudo no es fácil, debido a la ubicuidad de los mismos en los alimentos, y a los defectos en el etiquetado de muchos productos.
Sin Sulfitos
Dra. Rocío de la Higuera Artesero
Médico Especialista en Alergología 
Grupo AlergoMálaga

miércoles, 18 de noviembre de 2015

La inmunoterapia (vacunación) frente a las alergias: ¿Funciona realmente? ¿Quién debe prescribirla?



La inmunoterapia específica con alérgenos (o vacunas para la alergia) es uno de los tratamientos fundamentales y de rutina dentro de la alergología, aunque existe sobre la misma un gran desconocimiento por parte de compañeros de otras especialidades, ya sean médicos de familia, neumólogos, otorrinos, etc., y muchos de ellos aún lo consideran un tratamiento “novedoso”, “con poca experiencia de uso”, “de dudosa eficacia clínica”…

Lo cierto es que la historia de nuestras vacunas ha corrido de forma casi paralela al desarrollo de las vacunas para las enfermedades infecciosas. Y es que, aunque muchos no lo crean, ya han cumplido más de 100 años, desde los primeros extractos alergénicos por parte del Dr. Noon en 1911.
1911 Noon y Freeman: El inicio de la inmunoterapia alérgica
Desde sus inicios se cuentan por miles las publicaciones que se han sucedido en la comunidad científica, en revistas de múltiples campos de la medicina, demostrando no solamente cómo se han ido perfeccionando las mismas, sino también el beneficio que les reporta a los pacientes.
Revistas internacionales que recogen los beneficios de las vacunas
Tanto es así que hoy en día, el uso de la inmunoterapia específica con alérgenos es reconocida como una de las herramientas que se debe emplear en el tratamiento integral de determinadas enfermedades alérgicas, refrendado por múltiples consensos de expertos, normativas y guías de práctica clínica con el máximo grado de evidencia científica, como las guías ARIA 2008, GEMA 2009 y GEMA 4.0, y el mayor organismo que las puede avalar, que es la Organización Mundial de la Salud (OMS), señalando que “la Inmunoterapia con alérgenos es el único tratamiento que puede modificar el curso natural de las enfermedades alérgicas”.
Organismos y Guías Clínicas que avalan la eficacia de las vacunas
Visto todo esto, aún nos encontramos pacientes en la consulta reticentes a la inmunoterapia, por comentarios de amigos o familiares tales como: “Pero eso de las vacunas ¿funciona?... es que mi primo se la puso muchos años y no le hizo nada…”. La cuestión es ¿quién prescribió la inmunoterapia?

El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, es claro en este punto (http://www.msssi.gob.es/ciudadanos/enfLesiones/enfNoTransmisibles/alergias.htm):
 “Si procede, se le indicará un tratamiento específico, la inmunoterapia, conocido popularmente como vacuna, este tratamiento debe ser indicado por un especialista en alergología y siempre aplicado bajo control sanitario”.

¿Parece lógico, no? Al igual que si te tienes que operar de anginas no te las va a quitar un odontólogo o un oftalmólogo, si precisas un tratamiento que se llama inmunoterapia específica con alérgenos o vacuna para la alergia, no deberías dejar que te la mandara un neumólogo, un otorrino o un pediatra.
Los alergólogos conocen bien las vacunas
Para que un tratamiento con inmunoterapia (IT) sea efectivo, debe cumplir una serie de requisitos fundamentales que los alergólogos tenemos en cuenta de forma pormenorizada, personalizada e individualizada con el paciente que tenemos delante. Una serie de preguntas a las que tenemos que dar respuesta antes del inicio de una IT: ¿Es el paciente apto para una vacuna? ¿Tenemos un diagnóstico claro? ¿Disponemos de una vacuna de calidad contrastada?... Y una vez contestadas todas ellas y ya en tratamiento, el paciente deberá ser sometido a un seguimiento que evalúe tanto la tolerabilidad como la eficacia de la misma.

A los pacientes yo siempre les digo:
“Las vacunas no te curan en 2 días… Es un tratamiento de fondo que va dirigido a la raíz del problema, y según vaya pasando el tiempo, poco a poco se reducirán tus síntomas, necesitarás menos medicación, ganarás en calidad de vida… y además, tiene la gran ventaja de que el efecto alcanzado suele mantenerse durante años una vez finalizado el tratamiento”.

Cuando los alergólogos prescribimos una vacuna a un paciente, tras la realización de una historia clínica detallada, advirtiendo la frecuencia y estacionalidad de los síntomas, con un estudio alergológico que incluye pruebas cutáneas y/o analíticas (inclusive si hace falta llegando hasta el estudio molecular), y eligiendo una vacuna de la cual tenemos evidencias contrastadas respecto a su seguridad y eficacia, el porcentaje de pacientes que mejora es superior al 85%, y estos, en la gran mayoría de los casos, se olvidan de su enfermedad.
Un buen diagnóstico, lleva al tratamiento correcto
En conclusión, las vacunas de alergia funcionan, con un altísimo porcentaje de mejoría clínica para los pacientes, tanto que muchos “se curan” de su alergia, pero conseguir esto depende de que el tratamiento esté bien prescrito, lo que es más probable que ocurra si se acude a un alergólogo.

Dra. Jaime García Campos
Médico Especialista en Alergología
Grupo AlergoMálaga